Viajar con niños pequeños nos dá oportunidades que no nos imaginábamos; por ejemplo, experimentar la vida de los locales, hacer amiguitos e ir a actividades de las cuales te enteras si vives en ese lugar. Así nos ha pasado en nuestra ultima escapada. Hemos pasado más tiempo en los mercados comprando productos locales, en los parques jugando y hasta fuimos a un teatro para peques que no se nos hubiera ocurrido que fuera tan divertido. Definitivamente es otra manera de viajar.

 
1. Los hoteles tienen espacios que a veces pasan desapercibidos cuando llevas una agenda llena. Nuestros hoteles tenían balcones y terrazas que nunca usábamos cuando viajábamos solos y que se convirtieron en espacios de merendar y jugar.

 

2.  Cada ciudad tiene actividades para peques y no son iguales a las que has experimentado donde vives. Solo piensa que algunas culturas tienen tradiciones centenarias de cuenta-cuentos, teatreros, marionetas, etc.



3. Los espacios al aire libre y con naturaleza  te salvaran las tardecitas cuando ya los adultos están cansados pero los niños están llenos de energía. De camino a un restaurante a cenar nos pasábamos por alguna plaza o parque, descubriendo lugares llenos de encanto. Estos lugares también están habitados por gente local y te cambia la perspectiva de viajero.












4. Descubrir productos locales es uno de los encantos de viajar. Investigamos cuales eran los frutos de la estación y así solucionamos las meriendas.

 


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